Si sospecha que su pareja le engaña puede seguirla, contratar un detective privado, echarle fotos con teleobjetivo... pero, ¡cuidado!, ni se le ocurra entrar en su cuenta de correo electrónico.
Leon Walker, un hombre de 33 años del condado de Oakland (EEUU) sospechaba que su mujer le engañaba. Para Clara era su tercer matrimonio y Leon sospechó que se la pegaba con su anterior marido, un hombre que había sido detenido en alguna ocasión por agredirla frente a su hijo, fruto del primer matrimonio.
Decidido a averiguar la verdad, Leon espió el correo de su mujer y cuando descubrió la infidelidad, se lo contó al primer marido de Clara y padre del hijo de ésta.
La esposa le pilló, pidió el divorcio y le denunció. Ahora, Leon Walker se enfrenta a una vista por la que podría ser condenado a cinco años por intromisión de la intimidad. Será un jurado popular el que decida finalmente si la lectura de correos electrónicos del marido engañado merece cinco años de prisión.
Ya saben, cornudo y apaleado.
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