No en todos los municipios españoles hay tortas para entrar en la alcaldía; en los pueblos pequeños, lo difícil es encontrar a alguien que quiera ser alcalde o concejal.
En la localidad castellonense de Olocau del Rey se celebran este domingo elecciones primarias entre los vecinos del municipio. ¿El motivo? Nadie quiere, voluntariamente, convertirse en representante de la localidad.
122 personas podrán elegir entre 111 censados a los 5 vecinos que desean que lleven las riendas de Olocau. Esta diferencia de 11 habitantes se debe a que de las listas se excluyen a las personas más ancianas, a los pocos niños que corretean por sus calles y a aquellos que han solicitado ser excluidos ya que, según el alcalde saliente, Ricardo Julián (quien por cierto no se presenta al igual que los concejales actuales), “no se puede obligar a nadie a formar parte de los elegibles".
El resultado de estas elecciones "primarias" del domingo, aunque no tiene ninguna validez legal, siempre ha sido determinante en la formación del futuro equipo municipal ya que supone un acuerdo de consenso entre los vecinos y aunque a los partidos políticos no les hace mucha gracia quedarse fuera de un ayuntamiento, nunca presionan a ninguno de los elegidos para que se adhiera, posteriormente, como independientes a sus partidos.
El “chollo” de pertenecer a una corporación municipal en cualquier gran ciudad se convierte aquí en un pequeño martirio: no cobran, utilizan todo su tiempo libre en el Ayuntamiento, tienen que salir de viaje a menudo y suelen enemistarse con algunos vecinos por las decisiones que toman. Vamos, peor que cuando te toca llevar la comunidad de vecinos.
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