Sus creadores dicen que contiene “los ingredientes de la eterna juventud”. Algo así debe poseer para valer lo que cuesta. Estamos hablando del aceite embotellado más caro del mundo: El Verd del Poaig.
Para que se hagan una idea de lo que puede llegar a costar un frasco de esta “maravilla”, el anterior aceite de estos creadores, El Mil de Poaig, lanzado en 2008, venía en un envase de porcelana de 500 mililitros y su precio era de 130 euros la botella. En aquella ocasión, la revista “Time” lo incluyó en la lista de los 100 mejores productos del año y la mítica galería Harrods de Londres organizó catas para sus clientes más exclusivos.
Ahora, esta marca de aceite de oliva del Maestrat (Castellón) sube otro escalón y convierte al aceite producido por olivos mediterráneos milenarios en un objeto de culto: además de presentarse en el ya tradicional envase de cerámica blanco, en este caso diseñado por el estudio valenciano de diseño Culdesac, se le ha añadido una estructura de láminas de cartón (ligadas con termosellado y sin ningún tipo de adhesivo) que recubre la “joya”.
Para los afortunados que puedan disfrutar de esta delicia, los autores nos indican que posee notas aromáticas a hierba costada, nueces y almendras y que el aceite se revela floral, intenso, ligeramente amargo y picante, dulce y fluido.
Según los diseñadores, El Verd del Poaig aúna el lujo accesible y la sostenibilidad. En fin, si ellos lo dicen... aunque, personalmente, lo de “accesible” no lo encuentro por ningún lado.
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