Se llama Kristin Davis, aunque todo el mundo la conoce por “la madame”. Su especialidad es la prostitución de lujo y en sus mejores tiempos regentaba una red de locales con más de 100 mujeres disponibles en cinco países. Se calcula que llegó a embolsarse más de 12 millones de dólares (1.000 dólares a la hora valían los servicios que ofrecía) antes de que ingresara en prisión durante cinco meses.
Una vez amasada la fortuna decidió retirarse de tan lucrativo negocio y dedicarse al mundo de la política (suponemos que por afinidad). En noviembre del año pasado fue la única candidata femenina que se presentó a gobernadora. En su programa incluía la legalización de la prostitución y de la marihuana, entre otras curiosas propuestas.
Al no salir elegida, decidió cambiar sus perspectivas y dedicarse a otra misión, mucho menos lucrativa económicamente, pero enriquecedora moralmente: la solidaridad.
Para ello ha creado un centro sin ánimo de lucro para asistir a prostitutas que hayan sido víctimas del tráfico sexual al que llamará “la casa de la esperanza”. Allí, las mujeres que ejerzan o hayan ejercido la profesión pueden encontrar un techo, comida, cuidados sanitarios y ayuda psicológica.
Sus previsiones son que el proyecto esté funcionando al 100% en el año 2013. Su objetivo es conseguir que estas mujeres se reintegren en la sociedad y quiere crear una organización que sea capaz de generar ganancias gracias a la venta de productos fabricados por las mujeres acogidas. Para financiarlo todo espera contar con la ayuda de inversores privados: ¡seguro que “contactos” no le faltan!
A Kristin se le podría aplicar aquello de “nunca es tarde si la dicha es buena”
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