lunes, 19 de diciembre de 2011

Los tipos desagradables en el trabajo cobran mucho más que los amables



A todos nos caen mal. Son cínicos, agresivos, dominantes, desafiantes… los tipos (y tipas) más desagradables de nuestro centro de trabajo. Nos consolamos pensando que algún día, los superiores se darán cuenta de su actitud y pagarán muy caras sus fechorías. Vamos, aquello de que “a todo cerdo le llega su San Martín”. Pues esperen sentados porque, posiblemente, sus ojos no llegarán a ver tan esperado momento.

Al contrario de lo que pudiera parecer, las personas desagradables en el ambiente laboral están mejor recompensadas y cobran más que las agradables: concretamente, casi un 35% en lo que respecta a los hombres y un 6% a las mujeres.

Así lo demuestra matemáticamente el Journal of Personality and Social Psychology. La publicación mensual americana se ha basado en una encuesta elaborada a 9.000 jóvenes americanos año tras año desde 1997, cuando se encontraban en el instituto, hasta 2008, una vez ya incorporados al mercado laboral... Los resultados no han podido ser más sorprendentes, sobre todo en los hombres: los más desagradables ganan unos 32.000 euros anuales, por los 23.900 que reciben los amables. La diferencia se atenúa en las mujeres, donde las “bordes” ganan casi 24.700 euros anuales de media, en comparación con los 23.250 que reciben las más agradables.

Ya en los años 90 se realizó un estudio similar que ya mostraba esta tendencia, pues entonces los hombres odiosos ganaban 7.000 dólares de más y las mujeres 1.700.


No se sabe muy bien porque ocurre esto. Algunas hipótesis señalan la posibilidad de que los empresarios asocien la calma y la templanza como algo negativo a la hora de tomar decisiones y por ello primen a los más hoscos y resolutivos. También se cree que los desagradables, al valorar el dinero por encima del ambiente familiar, cambian en muchas ocasiones su puesto laboral (ya sea en la misma empresa o en otras) en su búsqueda y que el hecho de ser más “rocosos” a la hora de negociar con sus jefes, provoque esta diferencia de salarios.

Lo siento; si creían que siendo amables y conciliadores en su trabajo serían algún día recompensados económicamente, estaban equivocados. Ahora bien, no quiero ni imaginar como sería la oficina si todos nos ponemos “bordes”. Un infierno.

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