jueves, 3 de mayo de 2012

El Rey necesitó siete “cañonazos” para abatir el elefante de Botsuana




Prometo que, salvo sorpresas, este es el último post que le dedicamos a la “aventura real” de la cacería de Botsuana. El periódico El Mundo publicó recientemente un documento oficial de la cacería en la que participó el Rey de España el pasado día 11 de abril de 2012. El formulario, rubricado por dos personas, un funcionario del Ejecutivo y un representante de Johan Calitz Safaris, la empresa que organizó el viaje, contiene anotaciones que revelan sustanciosos datos sobre la polémica cacería.

Cada elefante abatido en una cacería en su país lleva asociado una ficha completa emitida, en documento oficial, por el gobierno de Botsuana. En este caso, esa ficha confirma que el Rey abatió un buen ejemplar, de los mayores que se han cazado este año.

Con el Rey viajaban también sus dos compañeros habituales de cacería: la princesa alemana Corinna zu Sayn-Wittgestein y el multimillonario sirio Eyad Kayali quien, según nos cuentan, corrió con todos los gastos. Un helicóptero los recibió en Botsuana y les trasladó a su destino final, Qotokwe. La comitiva (de seis personas) la completaban un rastreador, un inspector del Gobierno y un cazador profesional. La misión de este último no es otra que garantizar la seguridad del grupo: en caso de que un mal disparo enoje al animal, él se encarga de abatirlo, que para eso es un “profesional”.

Siguiendo con la lectura de la ficha, nos enteramos que el rifle de Don Juan Carlos era un Rigby Express del calibre 470, con número de serie 19998, con un peso de cinco kilos y capaz de atravesar un muro de ladrillo como si fuera cartón. La conclusión es obvia: si el rifle en cuestión puede traspasar la cabeza de un elefante como si fuera de mantequilla… lo que falló fue la puntería de nuestro Rey, ¡seis veces! Pues menos mal que es uno de los mejores clientes de la reserva que si no… Por cierto, la presa tenía unos 50 años y pesaba varias toneladas.


Llevan dos semanas intentándonos convencer que estas cacerías están perfectamente reguladas, que ayudan a regular la población de elefantes y que evitan que los animales destrocen los cultivos. Supongo que a los elefantes no les importaría que esto mismo ocurriese con los humanos. Sobre todo, con los venidos de tierras lejanas.

Es obvio que no le deseamos ningún mal a nuestro monarca, pero ya que se tenía que romper la cadera, ¿no le hubiera podido ocurrir el accidente antes de cargarse a la madre de Dumbo? 


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